Habitada
Por Claudia Masin
Habitar un cuerpo no es diferente a habitar una casa. Es estar de paso. Llegar a un lugar donde toda estadía es temporaria. Se trata, en ambos casos, de dejar huellas. Las huellas que deja la materia cuando entra en la materia e intenta quedarse. Habitar un cuerpo es ofrecerlo a las marcas. Las cicatrices, las arrugas, los surcos, las coordenadas del placer, de la pena o del cansancio, van creando el rostro, el torso, los brazos, las piernas, las manos. Así el cuerpo queda habitado por el mundo hasta que el mundo decide, lentamente, retirarse. Entonces, todo lo que resta cabe en una imagen.
Dormir es agua, quien sueña navega y se deja llevar por la corriente y lucha contra la marea a muerte y se hunde y ahoga y después se olvida y se salva.
Como en los sueños, en las fotografías las cosas se hunden y desaparecen en la imagen que las salva.
Sobre la obra
Por Anabel Vanoni
Huellas ellas las que llevan…las traspasan un tiempo inmemorial. Las hace decir mapas de piel, cartografía de cicatrices, un transcurrir de viajes íntimos.
Las imágenes nos susurran al oído el sonido del mar desde una caracola, un soplido cálido de viento norte, el quiebre de un témpano, el latido de una hoja que cae, el chirrido de la raíz más antigua.
Irreversibles, se deslizan y recorren nuestro universo para despertarnos y recordarnos quienes somos, nos proponen un diálogo con pausa, nos invitan a precipitarnos pero nos sostienen fuerte.
María es un puñado de ojos que penetra la humanidad para convertirla en magia que hoy nos ofrenda.
Habitada
Por Claudia Masin
Habitar un cuerpo no es diferente a habitar una casa. Es estar de paso. Llegar a un lugar donde toda estadía es temporaria. Se trata, en ambos casos, de dejar huellas. Las huellas que deja la materia cuando entra en la materia e intenta quedarse. Habitar un cuerpo es ofrecerlo a las marcas. Las cicatrices, las arrugas, los surcos, las coordenadas del placer, de la pena o del cansancio, van creando el rostro, el torso, los brazos, las piernas, las manos. Así el cuerpo queda habitado por el mundo hasta que el mundo decide, lentamente, retirarse. Entonces, todo lo que resta cabe en una imagen.
Dormir es agua, quien sueña navega y se deja llevar por la corriente y lucha contra la marea a muerte y se hunde y ahoga y después se olvida y se salva.
Como en los sueños, en las fotografías las cosas se hunden y desaparecen en la imagen que las salva.
Sobre la obra
Por Anabel Vanoni
Huellas ellas las que llevan…las traspasan un tiempo inmemorial. Las hace decir mapas de piel, cartografía de cicatrices, un transcurrir de viajes íntimos.
Las imágenes nos susurran al oído el sonido del mar desde una caracola, un soplido cálido de viento norte, el quiebre de un témpano, el latido de una hoja que cae, el chirrido de la raíz más antigua.
Irreversibles, se deslizan y recorren nuestro universo para despertarnos y recordarnos quienes somos, nos proponen un diálogo con pausa, nos invitan a precipitarnos pero nos sostienen fuerte.
María es un puñado de ojos que penetra la humanidad para convertirla en magia que hoy nos ofrenda.